martes, 11 de octubre de 2011

Confiar

-Vos no confiás en mí-disparó Belén, mientras yo intentaba entender el funcionamiento del SPSS, un sábado soleado por la tarde. La miré, puse la mueca más parecida a una sonrisa y volví mi cara a la pantalla de su notebook, intentando descifrar el programa y su frase. Lo cierto es que me resulta difícil dejar de concentrarme cuando no entiendo algo, así que dejé pasar la frase y puse mi esfuerzo en el software, mientras ella miraba el partido de River con Gimnasia de la Plata.
Hacía varios días que me venía tirando palos, sabía que en algún momento debía hablar con ella y contarle que era gay. Sabía que no habría ningún problema y que se empezaba a sentir algo "desplazada" por no contarle.
No entendía bien a qué venía su frase, por eso cuando llegué a casa y entré al blog, sospeché que por ese lado venía la mano. Había recibido más de cincuenta visitas el día anterior, la mayoría venía de un link publicado en un grupo al que pertenece Belén. Y ahí entendí todo, o creí entenderlo y le mandé un mensaje privado por Facebook diciéndole que teníamos que hablar. Al suponer que alguien que conozco había leído el blog, me sentí expuesto, vulnerable. Es por esto que decidí parar la pelota y sacarla de la cancha, decidí cerrar el blog por un tiempo.
Me molestó un poco su actitud, pero después de varios días sin verla, la comprendí. A diferencia de la mayoría de mis amigos, quienes no preguntan mucho sobre mi vida sentimental y saben que soy gay (pero también entienden que necesito tiempo), Belén necesitaba que se lo diga. Así que después de caminar por la peatonal, para despejarnos del estudio el sábado pasado; tomé aire y le conté del blog, de Gustavo, de Paola, de Aldo, de José. Fue raro, pero la situación se volvería más rara si no se lo decía. Me dijo que si bien no se me "notaba", nunca le hablaba de chicas y que se dió cuenta de que con José nos mirábamos en clase. Me dijo que no había entrado al blog, pero que veía que, entre otras cosas, María (una compañera lesbiana) se me acercaba y pensaba que yo le daba cabida porque necesitaba a alguien con quien sentirme identificado, y por eso se sentía desplazada. Le dije que hacía bastante tiempo que quería decírselo, pero que siempre pasaba algo que desplazaba el momento. Le dije que quizás era más fácil decírselo si salía con alguien: Estando soltero no sólo tenía que reconocer que era puto, sino también loser.
Después de cambiar un poco de roles y ser yo quien hablara un poco de su vida, no me sentí ni mejor, ni peor, ni bien, ni mal, pero sentí que ahora nuestra amistad rompía un poco algunos límites y que podía crecer un poco más. Ahora eso está en nosotros.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es casi mágico cuando pasa eso con una amistad que apreciás. Algo así pasó con mi mejor amiga hace ya algún tiempo y fue algo genial, nuestra amistad creció exponencialmente. Suerte! y a seguir alimentando a los amigos que son lo mejor que podemos tener, a fin de cuentas son la familia que elegimos.

Pavote dijo...

Es muy cierto lo que decís. Los amigos son la familia que uno decide tener.

betulo dijo...

Pues sólo comento para no releerme todo otra vez si vuelvo a entrar.

Lolita y El Profesor dijo...

Gracias por tu comentario. De corazón, gracias.

El Profesor

Pavote dijo...

De nada profe. Si abrís otro blog, avisame.

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