martes, 31 de mayo de 2011

Llamado

Me dijo que necesitaba desesperadamente hablar conmigo, que estaba mal, que necesitaba descargarse, que necesitaba iniciar la tormenta para ver amanecer. Le dije que estaba cansado, que acababa de llegar a casa, que era sábado, que eran las dos de la mañana y tenía que cursar a las siete y media. No le gustaron mis palabras, volvió a rogarme, repetía una y otra vez que yo era la única persona que entendería. No nos conocíamos tanto y sin embargo estaba ahí, pidiendome estar. Volví a decirle que no. Le propuse que me pase a buscar después de la facultad a las diez de la mañana. Me dijo que no, que lo que le pasaba, le pasaba en ese momento, que no podía esperar. Le pedí que me perdone y me fui a acostar. Traté de dormir, pero no pude. Dormía y despertaba para volver a dormir y despertar. Pensaba en lo que podía estar pasándole. Pensaba que yo alguna vez también estuve ahí y no tuve a nadie. Volví al interminable ciclo de dormir y despertar para dormir hasta que vi el reloj. Eran las ocho y media. "La puta madre", pensé, "falté a clases". Estaba tan cansado que me dolía el cuerpo, como si tuviera el peso de un edificio encima.

lunes, 30 de mayo de 2011

Manada

Se acomodó entre mis piernas, cerró los ojos y se durmió. Su respiración era lenta y profunda. Me dediqué a ver su cara, su piel era blanca y tenía labios grandes y rosados. Me pregunté si soñaba, vi sus ojos que se movían rápido, efectivamente soñaba. "Quizás sueñe conmigo", me dije, quizás con un nosotros. Dormía entre mis piernas que a su vez se dormían. Dormía entre mis piernas. "Como la canción de Soda", pensé. Y mientras miraba como su panza se hinchaba y desinchaba con cada inhalación y exhalación, recordé un documental de Animal Planet. Se trataba de una manada de leones. En aquella manada había un león y una leona  que no se llevaban bien y que terminaron durmiendo uno al lado del otro. Según los investigadores esto significaba que los leones confiaban plenamente el uno del otro. 
Volví mi mirada sobre aquel cuerpo soñante. Yo seguía despierto. Estaba muy oscuro, era mi parte favorita de la madrugada. Al lado nuestro descansaban dos cuerpos más. Cerré mis ojos tratando de confiar. Recordé que el documental explicaba que cuando dormían los leones se encontraban con la guardia totalmente baja, que un león podría matar a otro que dormía, es por esto que dormir juntos era una señal de que se confiaban mutuamente. Abrí mis ojos. Se veía tan vulnerable. "Podría matarlo", pensé y aún así nunca sabría que fui yo.

domingo, 29 de mayo de 2011

El profe

Me enjuagué el pelo con agua fría y salí de la ducha. Me miré la cara en el espejo. A pesar de haberme afeitado ayer, algo de barba ya había crecido. No había tiempo, así que sólo me afeité el bigote, me puse algo de desodorante, perfume, el reloj, el boxer más decente que encontré y me vestí para ir a clases. Repetía "cinco cosas, cinco cosas": Llave, billetera, reloj, dni y tarjeta de colectivo. "Cinco cosas, cinco cosas". Cinco cosas que son seis cuando voy a un cumpleaños: Llave, billetera, reloj, dni, tarjeta de cole y regalo. No era una clase cualquiera. Hacía varias clases que cursar se había convertido en otra cosa, en una especie de ritual. En un ritual en el que escucho, tomo apuntes y nos miramos, como si yo fuera el único alumno de la clase.
Me subí al colectivo sabiendo que llegaría tarde. Mientras viajaba pensaba que llegar tarde sería lo mejor, ya que podía hacerme el boludo, no sentarme con mis compañeros y elegir un asiento donde ninguno de mis compañeros podía ver que con el profe intercambiábamos miradas. Caminé lentamente la cuadra que separa la parada del cole de la facu. El pie que me habían operado la semana anterior no me molestaba, pero el médico me había dicho que no camine mucho. Subí al cuarto piso en ascensor. Abrí la puerta del curso. Me miró a los ojos cuando entré y me senté ni muy atrás, ni muy adelante y un poco al costado. Tenía puesta una camisa blanca arremangada, una corbata y un pantalón azules, zapatos negros y en su cara se asomaba incipiente una barba de pocos días.

Son pavadas mías.

Es una frase que uso cuando la gente no entiende lo que digo o lo que quiero decir. Generalmente ocurre cuando deliro o cuando intento decir de manera solapada lo que me pasa. No me sale ser explícito. También me pasa cuando conozco a alguien (cualquiera sea la ocasión) y hablo de lo que me gusta, de lo que soy, de lo que me apasiona, cuando me muestro sin preámbulos tal cual soy. Entonces la gente pone esa cara que pone la gente cuando ve algo raro o que no entiende. Y ahí es cuando mi frase entra en escena. Es por esto que empecé este blog: Para escribir pavadas mías, para poder expresarme, para retomar la escritura que hace años abandoné por completo... Si alguien se engancha en mis pavadas, las lee y las comenta; sería interesante. Si no pasa, no se preocupen: Son pavadas mías.
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