martes, 31 de mayo de 2011

Llamado

Me dijo que necesitaba desesperadamente hablar conmigo, que estaba mal, que necesitaba descargarse, que necesitaba iniciar la tormenta para ver amanecer. Le dije que estaba cansado, que acababa de llegar a casa, que era sábado, que eran las dos de la mañana y tenía que cursar a las siete y media. No le gustaron mis palabras, volvió a rogarme, repetía una y otra vez que yo era la única persona que entendería. No nos conocíamos tanto y sin embargo estaba ahí, pidiendome estar. Volví a decirle que no. Le propuse que me pase a buscar después de la facultad a las diez de la mañana. Me dijo que no, que lo que le pasaba, le pasaba en ese momento, que no podía esperar. Le pedí que me perdone y me fui a acostar. Traté de dormir, pero no pude. Dormía y despertaba para volver a dormir y despertar. Pensaba en lo que podía estar pasándole. Pensaba que yo alguna vez también estuve ahí y no tuve a nadie. Volví al interminable ciclo de dormir y despertar para dormir hasta que vi el reloj. Eran las ocho y media. "La puta madre", pensé, "falté a clases". Estaba tan cansado que me dolía el cuerpo, como si tuviera el peso de un edificio encima.

 Nos volvimos a cruzar al poco tiempo. Cruzamos un par de palabras. Me tranquilozó su "estoy bien". Pero no, no estaba bien. Yo no estaba bien. Nada estaba bien. No nos volvimos a hablar ni cruzar nunca más. Desde aquel momento deseé que le volviera a pasar algo malo. Deseé que necesitara mi ayuda. Desde aquel momento imagino que me llama alguna madrugada, me despierto sobresaltado y voy corriendo a su ayuda. Imagino que estoy ahí, que lloramos hasta que el amanecer se lleva todo. Imagino que escribo estas líneas imaginando qué hubiera pasado si hubiese ido.

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